Opinaban los pitagóricos que los espíritus de las criaturas no son formas sino emanaciones del
éter sublimado, es decir soplos. Todos los filósofos convienen en que el éter es incorruptible y por lo tanto inmortal y exento de aniquilación. Pero ¿qué es lo invisible e indivisible que no tiene cuerpo ni forma ni peso, que es y no existe? El nirvana, responden los budistas. La NADA, que no es un lugar, sino un estado. En el nirvana queda el hombre libre de los efectos de las “cuatro verdades”, porque todas las causas engendradoras de efectos se aniquilan en el estado nirvánico. La doctrina budista del nirvana se funda en estas “cuatro verdades” que, según el libro de la sabiduría (Prajnâ Paramitâ), son las siguientes: 1.ª Existencia del dolor. 2.ª Causa del dolor. 3.ª Extinción del dolor. 4.ª Medio de extinguir el dolor. ¿De dónde dimana el dolor? De la existencia. Al nacimiento siguen decrepitud y muerte, porque doquiera hay forma hay causa de dolor. Tan sólo el espíritu no tiene forma alguna y por lo tanto no existe aunque es. El hombre interno que alcanza completamente la espiritualidad sin forma alguna, entra en la perfecta bienaventuranza. El hombre externo y objetivo se aniquila, pero la subjetiva espiritualidad vive eternamente, porque el espíritu es incorruptible e inmortal.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .