No es menos cierto que nuestro renacimiento no empieza hasta el momento en que este
poder o este orden han tomado forma en nosotros, y que este renacimiento puede ser sensible para nosotros, lo mismo que también es cierto que, desde que ha tomado forma en nosotros esta capacidad de acción y de orden espiritual, debemos llenarnos de la esperanza en que la obra llegará a su término. Se trata de verdades de las que el ojo humano podrá encontrar muchos ejemplos en la naturaleza. Entonces es cuando nos sentimos cada vez más santificados en nuestro ser, siempre que pongamos mucho cuidado en recoger meticulosamente estas acciones puras, vivas e iniciativas cuando se nos dan a conocer, y siempre que tengamos presente en todo momento que su característica principal es la actividad, que de este modo todos los favores que podamos recibir no deben servir nada más que de provecho a nuestra actividad santa y espiritual y que, mientras no pongamos todas nuestras fuerzas en esta actividad completa y constante, que es la única en la que puede manifestarse verdaderamente la obra de nuestro renacimiento, lejos de renacer, morimos de nuevo y hacemos que muera con nosotros el espíritu.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .