Es una sola y única fuerza, es un solo y único amor, lo que realiza
nuestra reproducción corporal y lo que se encarga de mantenerla y conservarla. Actuemos de tal manera que, del mismo modo, la fuerza y el amor divino que realizan en nosotros la concepción espiritual alimenten ellos mismos su propio fruto; que la misma mano que ha plantado en nosotros esta planta la riegue todos los días y le quite todo lo que pueda perjudicarle. No temamos ni a las inquietudes, ni a las náuseas ni a los vómitos ni a los insomnios, pues no son más que sufrimientos que facilitan el crecimiento de nuestro hijo y es imposible que él adquiera sin todo esto una forma justa y sólida.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .