Teóricamente parece la medicina la ciencia más benéfica, pero ninguna otra ha dado tantas muestras

de materialismo y obstinada preocupación. Pocas veces han patrocinado los médicos famosos un descubrimiento útil. La sangría, las ventosas y la lanceta tuvieron su época de popularidad, hasta caer en desuso. A los calenturientos se les deja beber hoy el agua que antes se les negara, los baños fríos han suplantado a los calientes, y durante algún tiempo fue la hidroterapia una verdadera manía. La corteza de quina que Warring, el defensor de la autoridad de la Biblia, identifica con el paradisíaco “árbol de la vida”, fue importada en España el año 1632 y estuvo en olvido durante mucho tiempo. La Iglesia demostró, por una vez al menos, más penetración que la ciencia, pues a instancias del cardenal de Lugo, patrocinó Inocencio X el nuevo medicamento.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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