La percepción alerta es ese estado de la mente que lo abarca todo: los cuervos
que cruzan volando el cielo, las flores en los árboles, las personas sentadas frente a uno, los colores que visten; es estar ampliamente alerta, lo cual requiere vigilancia, observación; implica captar la forma de la hoja, la forma del tronco, la forma que tiene la cabeza de la otra persona, lo que esa persona está haciendo. Es estar ampliamente alerta y desde ahí actuar; o sea, estar atento a la totalidad del propio ser. El poseer tan sólo una capacidad parcial, fragmentada, perseguir esa capacidad y derivar experiencias de esa capacidad restringida, hace que la calidad de la mente se vuelva mediocre, limitada, estrecha Pero una percepción alerta de la totalidad del propio ser, la comprensión de esa totalidad mediante la captación íntegra de cada pensamiento y cada sentimiento, sin limitarlos jamás, permitiendo que cada sentimiento y cada pensamiento florezca, ese estado de alerta total es por completo diferente de la concentración, la cual es tan sólo capacidad y, en consecuencia, es limitada. El permitir que florezca un pensamiento o un sentimiento exige atención, no concentración. Entiendo por el florecer de un pensamiento darle libertad para ver qué ocurre, qué es lo que tiene lugar en nuestro pensar, en nuestro sentir. Todo lo que florece debe tener libertad, debe tener luz; no se lo puede restringir. Usted no puede asignarle valor alguno, no puede decir: «Eso es bueno, eso es malo; esto debe ser y aquello no debe ser»; de ese modo, limita el florecer del pensamiento. Y éste sólo puede florecer en la percepción alerta. Por lo tanto, si lo investiga muy profundamente, descubrirá que este florecer del pensamiento es la terminación del pensamiento.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .