Al mismo tiempo, por esta confianza viva, por esta fidelidad a las voluntades de su
señor, el hombre nuevo va a dar a su ser la actividad que le es propia. Siente que nada en la sangre del reparador, como en un mar abundante que envuelve todo el Universo; siente que los gérmenes engendrados por esta sangre ya no son perecederos, como los gérmenes terrestres, ni están producidos por las simples fuerzas secundarias; siente que los frutos que proceden de ellos no son vanos ni están sometidos a la ley del tiempo y se admira de encontrarlos en el de nuevo llenos de actividad, cuando le parecía que hasta había perdido de vista su existencia; siente que su actividad se comunica con su propio germen y lo prepara para practicar todas sus virtudes, a imagen y semejanza del que ha querido elegirlo como hermano.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .