Por eso es por lo que las acciones que envía la sabiduría a nuestra región

no se quedan en ella, al menos bajo la misma forma, y también por lo que el hombre se engaña cuando piensa que estas acciones deben ser sensiblemente permanentes, porque, desde que les imprime con su pensamiento ese carácter de estancamiento, ya no puede sacar de ellas ningún fruto, puesto que el estancamiento produciría la muerte y todo debe ser espíritu y movimiento. Además, el movimiento del espíritu es como el del fuego, que va hacia arriba y en línea recta y desaparece enseguida de nuestra vista. Pero, no obstante, estas diversas acciones no tienden más que a llevarnos un día por sus diferentes grados temporales al verdadero descanso en el centro de la palabra eterna.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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