¿Qué es, entonces, lo que uno ha de hacer? Soy humano, puedo reír, puedo llorar,

pero soy un hombre serio. He investigado todos los aspectos de la religión y reconozco su superficialidad, así como la superficialidad de los gurús, de las iglesias, de los templos, de las mezquitas y de todos los predicadores. Si he visto la real superficialidad de uno de ellos, he visto la de todo el conjunto. No tengo que pasar por todos ellos. ¿Qué he de hacer, entonces? ¿Hay algo que deba ser hecho? ¿Quién es el hacedor? ¿Y qué es lo que hace? Por favor, siga esto paso a paso, si es que le interesa. ¿Puede usted descartar toda esa superficialidad con sus guirnaldas, sus pinturas, todo ese desatino? ¿Puede usted descartar todo eso y quedarse solo? Porque uno tiene que permanecer solo. La palabra “solo” (alone) significa “todo uno” (all one). Ser un solitario es una cosa y estar totalmente solo es otra. El primer estado contiene en sí la cualidad del aislamiento. Uno puede pasear por el bosque y estar solo o puede pasear por el bosque sintiéndose un solitario. Este sentimiento es por completo diferente de sentir que uno está solo. ¿Qué he de hacer, pues? He meditado, he seguido diversos sistemas, prácticas, y reconozco su superficialidad. Debo contarle esta historia, si no le importa. Estábamos en Bombay hablando a una enorme multitud y al día siguiente un hombre vino a vernos. Era un anciano, cabello blanco, barba blanca, y me contó la siguiente historia: Él había sido un juez importante en la India, un abogado, con una alta posición social, familia, hijos, respeto y todo eso. Y una mañana se dijo a sí mismo: “He juzgado a otros, criminales, estafadores, ladrones, desfalcadores, hombres de negocios y políticos, pero no sé qué es la verdad”. Y entonces se retiró, se alejó de su familia y se internó en el bosque para meditar. Esa es una de las antiguas tradiciones de la India, sumamente estimada hasta nuestros días: que cuando un hombre renuncia al mundo, por dondequiera que vaya en la India, debe ser vestido, alimentado, respetado. No se trata de una sociedad organizada de monjes. Un hombre así está solo. De modo que se retiró a un bosque y, según me dijo, estuvo meditando por veinticinco años. Ahora, después de haberlo escuchado a uno en la tarde anterior, dijo: “He venido a decirle cuán profundamente me he hipnotizado a mí mismo y cómo me he engañado en esta hipnosis”. Para un hombre que estuvo meditando durante veinticinco años, reconocer que estuvo engañándose a sí mismo... ¿comprende usted la naturaleza de un ser humano que admite eso? Aquí estoy, pues, soy serio, dispongo de cierto tiempo libre, no sigo a nadie, porque si uno sigue a alguien ése es el final. Por favor, vea esto: es el final para cualquier posibilidad de penetrar en lo eterno. Uno tiene que ser completamente una luz para sí mismo. Me doy cuenta de esto, así que no sigo a nadie, no practico ningún culto, ningún ritual y, no obstante, lo eterno me sigue eludiendo. No está en mi respiración, en mis ojos, en mi corazón. ¿Qué he de hacer, entonces?.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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