Si cometemos un error y alguien nos lo señala, ¿por qué volvemos a cometer el

mismo error? ¿Qué piensa usted? ¿Por qué arranca las flores, o destroza las plantas, o destruye los muebles, o tira papeles por todas partes, aunque estoy seguro de que muchas veces le han dicho que no debe hacerlo? Escuche cuidadosamente y lo verá. Cuando hace estas cosas se halla en un estado de irreflexión, ¿verdad? No está alerta, no está pensando en ello, su mente se ha adormecido, y entonces usted hace cosas que son obviamente tontas. Mientras no se halle por completo consciente, mientras no esté totalmente ahí, no es bueno que meramente le digan que no haga ciertas cosas. Pero, si el educador puede ayudarle a que sea reflexivo, a que esté en verdad alerta, a que observe con deleite los árboles, los pájaros, el río, la riqueza extraordinaria de la tierra, entonces tan sólo una insinuación será suficiente, porque entonces será usted sensible, estará despierto a todo lo que hay alrededor y dentro de usted. Infortunadamente, esa sensibilidad se destruye porque desde el momento en que nacen hasta que mueren, se les dice perpetuamente que hagan esto y que no hagan lo otro. Los padres, los maestros, la sociedad, la religión, el sacerdote, y también las propias ambiciones de ustedes, sus propias codicias y envidias, todo les dice “hazlo” y “no lo hagas”. Se requiere mucha reflexión para estar libres de todos estos “hazlo” y “no lo hagas” y, no obstante, tener esa sensibilidad que espontáneamente hace que sean amables y no lastimen a la gente, que no arrojen papeles en cualquier parte, que no pasen junto a una piedra en el camino sin quitarla de ahí, etc. Y el propósito de la educación no es, ciertamente, el de darles unas cuantas letras del alfabeto para que las agreguen después de sus apellidos, sino despertar en ustedes este sentido de reflexión, de modo que sean sensibles, alertas, observadores, amables.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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