Efectivamente, para los que hayan sabido dejar que entre en ellos el Dios que sufre,
el círculo de las cosas terminará con estos dulces consuelos, pues el círculo de las cosas no se compone más que de seres que están en contracción y sufriendo, lo que hace que el universo entero nos muestre al Dios que sufre, lo mismo que puede hacerlo el estado penoso de nuestra alma. Esto es lo que hace también que debamos considerar con respeto y agradecimiento todas las cosas de esta naturaleza encerrada, puesto que el más pequeño de todos nosotros es el fruto de la caridad divina que no cesa de modificar su amor por todos los medios posibles, con el fin de hacer que llegue su fuerza, su vida y su luz hasta nuestras regiones más materiales y más tenebrosas. ¡Feliz el que haya considerado al universo bajo este aspecto y haya recogido por este medio un gran número de esas chispas divinas, para prometerle una antorcha en el último día!.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .