Siguiendo la carretera de la costa había muy pocos automóviles esa mañana, pero sí se

veían casas en todas partes; probablemente vivía gente muy rica ahí. Y cuando uno llegaba al Pacífico, estaban los agradables cerros a la izquierda. En medio de estos cerros, bien en lo alto, había casas, y la carretera que seguía el mar, serpenteaba entrando y saliendo; y nuevamente nos encontramos con otra ciudad, pero afortunadamente la carretera no la atravesaba.

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

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