Hemos de cumplir con nuestro deber tan sólo porque lo manda Dios, quien puede en

cualquier instante dispensarnos de su cumplimiento. Mientras no apacigüemos la inquietud de nuestra na¬turaleza, debemos obrar consagrando a Dios los frutos de nuestra acción y atribuirle el mérito de nuestras obras. La verdadera vida del hombre consiste en identificarse con el supremo Espíritu. Pero esta vida verdadera es del todo independiente de nosotros, porque es en sí la real verdad y no la actualiza ninguna de nuestras acciones.

H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .

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