Digamos a nuestro enemigo: es el Dios que sufre el mismo que quiere construir en

mí su edificio, es el Dios que sufre el que quiere mantenerlo, él mismo. No podrás defraudarlo. Cuanto más se acerque a mí el Dios que sufre, más seguro estaré contra los ataques, porque él tomará sobre sí mismo la carga que yo no podria llevar. Aunque yo esté colgando del abismo como pendiente de un hilo, aunque me encuentre en medio de leones voraces y de serpientes mortíferas que silban, este Dios que sufre está cerca de mí, este Dios que sufre está concebido en mí y, con un solo movimiento, por pequeño que sea, me apartará de todos estos insectos y reptiles venenosos, de cuya forma corporal han hecho tus inicuas seducciones que se disfrace corporalmente la desdichada posteridad del hombre. Lo único que pretende este Dios que sufre es hacer que entre en mí su carne, su sangre, su espíritu, su palabra, para introducir por fin el nombre poderoso que lo ha creado todo y que quiere también crearlo todo dentro de mí. Quiere hacer que planee con él por la región de la vida. para que me sea imposible volver a caer en los precipicios y en las regiones de la muerte.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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