Jamás me atrevería por mí mismo a pedirte que se apoyase tu mano sobre mí;

pero, si por tu pura munificencia quieres poner tu mano sobre mí, no du- daré lo mínimo para que hagas en mi ser todo lo necesario para que sea útil a tus designios y no tengo en estos momentos más preocupación que ofrecerte la dedicación de mi fidelidad a tu servicio y una sumisión universal a todas las condiciones que quieras poner en nuestra alianza.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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