La importancia inmensa del funcionamiento mental de esa conciencia física proviene de que es el
único intermediario por donde el Pensador puede recoger el fruto de la experiencia. Mientras está dirigido por las pasiones, las sigue, y el Pensador, sin nutrición alguna no puede desarrollarse. Y mientras está totalmente absorbida por las actividades mentales del mundo exterior, sólo puede despertar las energías más ínfimas del Pensador. Únicamente el día en que este puede hacer sentir el verdadero objeto de su vida, comienza a llenar sus funciones más útiles y a recoger las experiencias que despiertan y nutren las energías más elevadas del Pensador. A medida que éste se desenvuelve, se hace cada vez más consciente de sus propios poderes, así como de las operaciones de sus energías sobre los planos inferiores, y sobre los cuerpos cuyas energías actúan cerca de él. Comienza, en fin, a esforzarse en influir en esos cuerpos, utilizando la memoria del pasado para guiar su voluntad; y produce entonces sobre ellos las impresiones que llamamos “conciencia”, si sé refieren a la moral, y “relámpagos de intuición”, si iluminan el intelecto. Cuando estas últimas impresiones son bastante frecuentes para que se las pueda considerar como normales, designamos su conjunto con la palabra “genio”.
Annie Besant . La sabiduría antigua .