Este bautismo invisible, del que nos da una idea el bautismo visible del reparador, tiene

un efecto doble en el hombre nuevo. No sólo oye, como el reparador, las palabras de consuelo éste es mi hijo muy amado, en quien encuentro toda complacencia, sino que, como él, nota en lo más profundo de su ser los tesoros ocultos cuyo valor ignoraba por completo, que no le habían sido descubiertos todavía y que tampoco podían serlo nada más que mediante este bautismo invisible que no le puede ser administrado nada más que por su guía. Desde el instante en que se le administra esta bautismo invisible, la voz divina pueda entrar en él como en su propia forma y penetrar en todas las facultades que lo constituyen y, a medida que va entrando en todas sus facultades, él descubre en sí mismo las riquezas de que está dotado por su naturaleza Divina y el uso que debe hacer de estas riquezas para la gloria de aquél de quien las ha recibido.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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