Siempre, cuando uno se hace consciente de haber cometido un error, el primer acto debe

ser invocar la Ley del Perdón y pedir fuerza y sabiduría para no repetir el error una segunda vez. Dios, todo amor, tiene una infinita paciencia y no importa el número de nuestros errores siempre se puede decir «elévate y sube al Padre». Tal es el amor y la libertad en que los Hijos de Dios tienen el privilegio de actuar.

Saint Germain . El Libro de Oro de Saint Germain .

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