Esta analogía entre ambos métodos se verifica en todas las formas del Yoga, incluso del
Yoga «clásico» de Patañjali. En cuanto a las diferentes especies del Yoga tántrico, aún es más clara su semejanza con la alquimia. Efectivamente, el hathayogui y el tántrico pretenden transmutar su cuerpo en un cuerpo incorruptible, llamado «cuerpo divino» (divya-deha), «cuerpo de la gno-sis» (jñana-deha), «cuerpo perfecto» (siddha-deha) o, en otros contextos, cuerpo del «liberado en vida» (jivan-mukta). Por su parte, el alquimista procura la transmutación del cuerpo y sueña con prolongar indefinidamente la juventud, la fuerza y la agilidad. En ambos casos —Tan-tra-Yoga y alquimia— el proceso de la transmutación del cuerpo incluye una experiencia de muerte y resurrección iniciadora (véase nuestro Yoga, pp. 227 y ss.). Además, el tantrista, lo mismo que el alquimista, se esfuerza en dominar la «materia» sin retirarse del mundo, como hacen el asceta o el metafísico, sino soñando en conquistarlo y cambiar su régimen ontológico. En resumen: hay fundamento para ver en el sádhana tántrico y en la obra del alquimista esfuerzos paralelos para franquear las leyes del Tiempo, para «descondicionar» su existencia y conquistar la libertad absoluta.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .