En cuanto la verdad ve que nace así el deseo y la voluntad en el
corazón del hombre, se precipita con todos los ardores de su vida divina y de su amor. Es frecuente que sólo le pida que se prive de lo que es nulo y, por este sacri- ficio negativo, va a colmarlo de realidades. La más importante de estas reali- dades es que empieza a darle los signos de advertencia y prevención, para que no se encuentre en el caso de tener miedo, como Caín, y decir: los que me reconozcan me matarán. A continuación, imprime en él signos de terror, para que su presencia resulte terrible y haga huir a sus enemigos; finalmente, lo adorna con signos de gloria, para que pueda hacer que brille la majestad de su maestro y reciba por todas partes las honorables recompensas que se merece un fiel servidor.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .