Los cuatro Ases del Tarot corresponden a Kether; los cuatro dos a Chokmah, el Segundo
Sephirah, y así sucesivamente toda la serie correspondiendo los cuatro diez a Malkuth. Se ve, pues, que las láminas de las cuatro series del Tarot representan la acción de las fuerzas Divinas en cada Esfera y cada nivel de la naturaleza. Igualmente si comprendemos el significado de las láminas llegaremos a obtener amplio conocimiento de la naturalaza de los Senderos y la de las Esferas a que corresponden. Ambos sistemas, el del Arbol de la Vida y el del Tarot, vienen de la más remota antigüedad, su origen se pierde en el más allá de la historia; una masa enorme de correspondencias simbólicas con este correr del tiempo se ha ido acumulando en torno de ellos. Todo ocultista práctico que ha trabajado con el Arbol ha agregado a éste su propia suma de asociaciones, vivificando los símbolos en el plano astral por medio de sus operaciones por ello el Arbol y sus claves son infinitos en su adaptabilidad. Las otras cuatro cartas o láminas del Tarot las denominamos Rey, Reina, Caballo y Sota, aunque, en los Tarot tradicionales, según Crowley, en razón de estar arregladas y simbolizadas en forma distinta, también se las denominaba en forma distinta. El Rey era una figura a caballo, que indica la acción rápida del Hod del Tetragrammaton en la Esfera que corresponde, lo que equivale perfectamente a la representación del Rey en las láminas modernas. La Reina, al igual que en las cartas modernas, se la representaba en una figura sentada que simbolizaba las fuerzas hijas y estables de He, del mismo Tetragrama. El princípe del tarot esotérico es una figura sentada que corresponde al Vau del Tetragrama, y la Princesa o Sofa de las cartas modernas al He final del nombre sagrado. Tal como se los llama los 22 Misterios Mayores, suele arreglarselos de distintas maneras, a estar a lo que dicen varios autores entre los cuales Mr. Waite da una selección en la obra citada ya, aunque nosotros seguiremos el orden de Crowley, por las razones aducidas. Nos proponemos dar el Arbol filosófico de la vida con las instrucciones prácticas suficientes, a fin de que pueda utilizárse con fines de meditación; no nos proponemos dar la Cábala practica que se emplea con fines mágicos, pues eso sólo puede aprenderse y practicarse en un Templo de Misterios. Aun así, tendremos que hacer algunas referencias a la Cábala práctica a fin, que se comprendan claramente algunos conceptos. En cuanto a los que están en legítima posesión de sus claves, no tienen por qué temer que las revelemos a los no iniciados; comprendemos muy bien cuáles serían las consecuencias. No obstante, si como resultado de las enseñanzas aquí dadas de los sistemas descriptos en esta obra, algún estudioso llega descubrir por sí propio las claves de la Cábala práctica, como bien puede ocurrir, ¿no tendría realmente derecho a la posesión de ellas? Completamente aparte de su empleo para la magia, el Arbol es de incalculable valor como jeroglífico para la meditación. Merced a las meditaciones del mismo carácter que las descriptas, relativas a nuestro propia experiencia, en el Sendero 32, es posible equilibrar los elementos en conflicto dentro de la propia naturaleza y contrabalancearlos armoniosamente. También se puede poner en relación simpática con los diferentes aspectos de la naturaleza que representan esos símbolos, cuando son aplicados al Macrocosmos, aunque no se le dé a esas fuerzas una forma definida en la magia talismánica. Las conclusiones obtenibles del estudio del propio horóscopo no deben aceptarse pasivamente como un inapelable decreto del destino. Debemos comprender que la magia talismánica o aun el sistema menos concentrado de meditación en el Arbol debe utilizarse para compensar todas las fuerzas desequilibradas del horóscopo para ponerlas en perfecto equilibrio. La magia talismánica es a la astrología lo que la medicina terapéutica a la medicina diagnóstica. No es posible dar ninguna fórmula de magia práctica; antes de que puedan recibirse esas fórmulas, y utilizarlas, es necesario haber recibido los grados de iniciación correspondientes; sin haber recibido estos grados el estudiante no estaría en mejores condiciones que la persona que tratara de diagnosticar y tratar sus propios males después de haber leído un libro de texto de medicina. El famoso humorista Jerome K. Jerome nos ha contado lo que ocurre en casos semejantes al del ejemplo. El infortunado lector se imagina que padece todas las enfermedades descriptas en el libro, salvo, claro está, la de sentirse madre si es hombre, y no puede darse una idea del tratamiento apropiado porque todo cuanto se le ocurre está contraindicado.
Dion Fortune . La Cabala Mistica .