Tenemos un indicio de nuestro avance en este género cuando notamos con- siderablemente que las

cosas de este mundo no existen y podemos comparar- las físicamente con las que existen. Entonces, una sola sensación de la vida nos instruye más que todos los documentos y desbarata, como por arte de magia, todo el tinglado de la falsa filosofía, ya que esta comparación, cuando tenemos la satisfacción de poder hacerla, nos enseña la diferencia que hay entre el pensamiento vivo del Dios de los seres y este montaje confuso y tene- broso de todas estas sustancias mixtas, errantes y mudas, que componen la región material a la que estamos vinculados por las leyes de nuestro cuerpo. Se trata de una operación indispensable para pasar a la categoría de catecúmeno y para poner el pie en el primer peldaño de la escala sacerdotal.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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