Los xitara dividen a los minerales en «machos» y «hembras»; los primeros, duros y negros,
se hallan en la superficie de la tierra, mientras que los minerales «hembras», blandos y rojizos, son extraídos del interior de la mina; la mezcla de ambos «sexos» es indispensable para conseguir una fusión fructífera. Se trata, claro está, de una clasificación objetivamente arbitraria, puesto que ni los colores ni la dureza de los minerales corresponden siempre a su clasificación «sexual». Pero lo que importaba era la visión global de la realidad, pues era lo que justificaba el rito, es decir, el «matrimonio de los minerales», y que éste hiciese factible un «nacimiento». Ideas similares se hallan en la antigua China. Yu el Grande, el Fundador primordial, sabía distinguir los metales macho de los metales hembra. Por tal razón homologaba sus calderas con los dos principios cosmológicos yang y yin. Tendremos que insistir sobre las tradiciones metalúrgicas chinas, pues el matrimonio de los metales es una antiquísima intuición prolongada y cumplida en el mysterium conjunctionis de la alquimia.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .