Debes sentarte, en silencio y buscar los sitios remotos de tu interior. Eres un universo

vasto, recuerda. La superficie que tú has dado por descontado que eres es sólo el comienzo, la entrada. Si estás hablando en la entrada, esto se debe a ti. Hay rincones remotos dentro de la casa. Mucha gente pasa toda su vida en la entrada, junto al camino: el mercado, la familia, los objetos, el prestigio, la política. Vives en la superficie. ¿Cómo puedes volverte hacia tu interior? Primero, deja de viajar. Hay dos movimientos de energía, solamente dos. La energía tiene sólo dos dimensiones: una es horizontal y la otra vertical, igual que la cruz cristiana. Y la cruz cristiana es, en verdad, el símbolo de esto. Una es horizontal: vas de un pensamiento a otro, de A a B, de B a C, en forma horizontal. Después, hay otro movimiento de la energía: no vas de A a B, te metes más profundamente en A, de A1 a A2, a A3; te metes más profundamente, o en forma vertical, o más alta, pues todas estas denominaciones aluden a lo mismo. Observa la cruz en que Cristo fue colgado. Tiene dos postes: uno es horizontal y en él fueron clavadas las manos de Cristo. Este poste es el tiempo común, el vivir cerca de la ruta, el vivir en el mercado, el vivir cerca del cruce de caminos. Y después, la profundidad. Todo su cuerpo está so-bre el poste vertical. Éste adquiere más y más profundidad. Cuando vas a nadar, nadas en la superficie; eso es horizontal. Cuando te zambulles en la profundidad: eso es vertical. Un meditador se zambulle en la profundidad; un pensador se queda en la superficie. Pensar es como nadar. Meditar no es como nadar; es zambullirse en la profundidad, llegar al mismo punto pero en un nivel más y más profundo. Deja de viajar, pues viajar es algo superficial. Quédate quieto, no viajes, quédate en el momento. Entonces, comenzarás a caer en el abismo. Puede darte miedo y tal vez ésa sea la razón por la cual sigues pensando en el pasado y en el futuro pues, si te quedas en el momento, caerás en un abismo ilimitado. Se abre una profundidad y te absorbe en su interior.

Osho . El Dios de todos .

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