Hemos visto más arriba la lentitud con que se acoplan los diferentes sedimentos de la
tierra para formar la roca viva y las masas de piedra; pero vemos también la utilidad tan grande que tienen para nosotros estas sustancias sólidas que sacamos del seno de las rocas. Dejemos, dejemos también que se acumulen en nosotros con un respetuoso y prudente deseo, las influencias vivas y los sedimentos espirituales que deposita la verdad todos los días dentro de nosotros. No sólo podremos algún día extraer piedras vivas que sirvan de cimientos para nuestros edificios de cualquier tipo, no sólo haremos con ellas murallas para nuestras fortalezas, no sólo podremos hacer con ellas palacios y Templos, sino que podremos construir también largos acueductos que lleven el agua desde los sitios más lejanos a los lugares estériles, con el fin de restablecer en ellos la vida y la vegetación. Finalmente, podremos hacer puentes sólidos y amplios que nos ayudarán a cruzar con toda seguridad los ríos y torrentes, pues el Dios de los seres no busca otra cosa más que poner en práctica en nosotros todas las leyes vivas, de las que la naturaleza y el tiempo no dejan de presentarnos imágenes pasajeras y materiales.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .