Entonces comienza la personalidad a someterse deliberadamente a disciplina y a posponer sus pasajeras satisfacciones
a los intereses permanentes de la individualidad inmortal. Emplea en el desarrollo de las facultades mentales el tiempo que podía malgastar en la consecución de groseros placeres; todos los días destina algunas horas a estudios serios; el cerebro se entrega gustoso a las impresiones que proceden del interior, en vez de las que recibe del exterior; se siente arrastrado a responder a un orden consecutivo de pensamientos, y aprende a refrenarse en la libre emisión de sus propias imágenes, inútiles e inconexas, fruto de pasadas impresiones aprende a permanecer en reposo cuando no es requerido por su maestro, para corresponder a vibraciones, no para iniciarlas. Con el tiempo empezará a discernir los alimentos que mejor pueden suministrar al cerebro la substancia y proscribirá el uno de los más groseros, tales como la carne, la sangre, y el alcohol, formándose un cuerpo puro con alimentos puros. Y así, poco a poco, las vibraciones de orden inferior dejarán de encontrar materia dispuesta a responder a su acción, y en consecuencia, llegará a ser el cuerpo físico un vehículo idóneo de la conciencia, reflector delicado de las impresiones del pensamiento, sutilmente sensible a las vibraciones producidas por el Pensador.
Annie Besant . La sabiduría antigua .