Confía en esta ley, que es infalible y que nunca debe estar de acuerdo con
las prudencias ilusorias del enemigo. La única virtud que nos pide Dios es la confianza, por lo que el único error que podríamos cometer con él es la timidez, la indolencia. Pero, además, desde el momento en que has tomado esta santa decisión y has preparado las armas sagradas, considérate enrolado en la milicia Divina y espiritual y piensa que la mínima negligencia puede hacerte indigno de llevar el nombre de soldado de la verdad; piensa que la mínima negligencia puede exponerte a tomar el nombre de Dios en vano, piensa, finalmente, que en lo sucesivo será para ti un crimen dejar en tan sólo una ocasión de ejercer tus santas funciones y dar un solo paso sin utilizar el nombre del Señor, porque está escrito: dichoso el que persevere hasta el fin.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .