Después el Arhat rechaza –la tarea más difícil de todas—el último lazo de la separatividad,

la facultad que crea el “Yo” (Ahamkara, más generalmente Mana, orgullo, porque el orgullo es al más sutil manifestación del Yo individual como distinto de los demás), tendencia perteneciente a la naturaleza del alma individual, y por la que el individuo se considera instintivamente como un ser aparte y distinto de los demás. Deben desaparecer las últimas sombras de esta tendencia, porque, en adelante, la conciencia del hombre reside siempre, aun en el estado de vigilia, en el plano búdico, donde siente y conoce como Uno el Yo de todos. Esta tendencia (Ahamkara), nacida con el alma, es la esencia misma de la individualidad, y persiste hasta el día en que es absorbido por la Mónada todo lo que en el alma individual tiene algún valor. En el umbral de la liberación debe abandonarse la separatividad, dejando a la Mónada su resultado inestimable, aquel sentimiento de identidad individual tan puro y sutil, que ya no más oculta en el Ser la conciencia de la Unidad. Entonces desaparecen fácilmente todos los elementos susceptibles de responder a los contactos irritantes del exterior, y el chela queda revestido del glorioso vestido de inmutable paz que nada puede conturbar. En fin, la completa destrucción de la separatividad ha barrido del campo de la visión espiritual las últimas sombras capaces de velar su penetrante intuición, y al contemplar la Unidad, desaparece por siempre la ignorancia (Avidya, el primer Nidâna, la primera y última de las ilusiones por que aparecen separados los mundos. Se desvanece al conseguir la liberación) o sea la limitación que da origen a la separatividad. El hombre es perfecto; ha conquistado la libertad.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

Índice