Sabe que su naturaleza espiritual y divina lo llama a realizar obras de paz y

a trabajar por el restablecimiento del orden universal; sabe que esta misma naturaleza divina y universal que lo anima está por encima del tiempo y está hecha para no conocer el tiempo y, de este modo, cada vez que se le presente la ocasión de realizar su obra, la aprovechará, aunque se trate del día del sabbat terrenal. Pero entonces se elevará contra él esta voz del sabbat y querrá transfor- mar su beneficio en una verdadera prevaricación: posiblemente para dar un nuevo sentido a este símbolo del hombre y a ese angustioso conjunto que hay en él, el reparador curó en sábado, en medio de la sinagoga, a aquel hombre que tenía una mano seca, ya que la sinagoga representaba entonces perfecta- mente la reunión de la luz y de las tinieblas, donde, por un lado, actuaba la virtud activa del que venía a devolver a los hombres del espíritu el uso de su mano seca, y, por otro, la oposición de un pueblo material y grosero que se basaba en la letra misma de su ley para combatir el espíritu del verdadero destino de nuestra alma.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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