¿Quién es el observador que se da cuenta de sus propias reacciones? ¿Qué energía se
usa? ¿Ha mirado usted algo sin reacción alguna? ¿Ha mirado un árbol, el rostro de una mujer, una montaña, o una nube, o la luz sobre el agua, sólo observando, sin traducirlo en agrado o desagrado, en placer o dolor, sino simplemente observándolo? ¿Existe algún observador en esa observación, cuando uno está completamente atento? Hágalo, señor, no me pregunte a mí si lo hace lo descubrirá. Observe las reacciones sin juzgar, evaluar, tergiversar; esté completamente atento a cada reacción, y en esa atención verá que no existe observador, pensador, o experimentador alguno. Veamos la segunda pregunta: ¿qué energía se usa para cambiar cualquier cosa en uno mismo, para llevar a cabo una transformación, una revolución en la psiquis? ¿Cómo se obtiene esa energía? Ahora tenemos energía, pero en estado de tensión, de contradicción, de conflicto; hay energía en la batalla entre dos deseos, entre lo que tengo que hacer y lo que debería hacer eso consume una gran cantidad de energía. Pero si no hay contradicción alguna, entonces tenemos gran abundancia de energía. Observemos nuestra propia vida, observémosla realmente: es una contradicción; queremos ser pacíficos y odiamos a alguien; deseamos amar y somos ambiciosos. Esa contradicción engendra conflicto, lucha, y esa lucha disipa energía. Si no hay contradicción en absoluto, tenemos la suprema energía para transformarnos. Uno se pregunta: ¿cómo es posible no tener esa contradicción entre el “observador” y “lo observado”, entre el “experimentador” y lo “experimentado”, entre el amor y el odio? ¿Cómo es posible vivir sin estas dualidades? Es posible cuando existe únicamente el hecho y nada más, el hecho de que odiamos, de que somos violentos, y no el opuesto como idea. Cuando tenemos miedo desarrollamos el opuesto, o sea, el valor, que es resistencia, contradicción, esfuerzo y tensión. Pero cuando comprendemos completamente lo que es el miedo y no escapamos a lo opuesto; cuando le prestamos toda nuestra atención al miedo, entonces vemos que no sólo cesa psicológicamente, sino que también tenemos la energía necesaria para hacerle frente. Los tradicionalistas dicen: “Usted debe tener esa energía y, por lo tanto, no sea sexual, no sea mundano, concéntrese, ponga su mente en Dios, abandone el mundo, evite la tentación” todo ello para que tengamos esta energía. Pero uno continúa siendo un ser humano con apetitos, ardiendo interiormente, con urgencias sexuales, biológicas, deseando hacer algo, controlándose, esforzándose y todo lo demás; por lo tanto, disipando energía. Pero si usted vive con el hecho y nada más si está enojado, compréndalo y no se preocupe por “cómo no estar enojado”, examine el hecho, vívalo, esté con él, préstele completa atención- verá que tiene esa energía en abundancia. Es esa energía la que mantiene la mente clara, el corazón abierto, de manera que haya abundancia de amor, no sólo ideas o sentimientos.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .