Un hombre que tiene una creencia es un hombre temeroso. La vida que uno lleva
¬la vacuidad, la desdicha, el dolor, el conflicto interminable- es un campo de batalla; y eso es todo lo que conocemos. Ese campo de batalla y el miedo sin terminación, al que llamamos muerte, son todo lo que conocemos. Tenemos, pues, que investigar, explorar, pensar nuevamente sobre ello, mirarlo de nuevo para que de este modo pueda surgir una mente nueva. ¿Puede terminar el dolor? Lo cual implica: ¿Puede el miedo terminar? Cuando lloramos por la muerte de alguien, ¿lloramos por otro o por nosotros mismos? ¿Alguna vez han llorado por otro? Escuchen, por favor. ¿Han llorado por otro alguna vez? ¿Han llorado por esa pobre mujer o ese hombre en la calle vestido con un trapo, tan sucio; han llorado alguna vez por él? ¿Alguna vez ha llorado usted por su hijo muerto en el campo de batalla? Ha llorado, sí, pero ese llanto, ¿surge de la autocompasión o llora porque ha sido muerto un ser humano? Si llora por autocompasión, esas lágrimas nada significan, porque usted se interesa en sí mismo, y el “sí mismo” es un manojo de recuerdos, de experiencias, la tradición del pasado; llora porque ha sido privado de ese hijo en el que había depositado gran parte de su electo (no era realmente afecto). Llore por su hermano muerto, llore por él, no por sí mismo. Es muy fácil llorar por uno mismo porque él se ha ido. ¿Se ha preguntado alguna vez qué le sucedió a él, por qué murió? Conozco todas las respuestas que va a darme. Dirá que él ha muerto por enfermedad, por accidente, que es su karma, su destino, que no vivió apropiadamente; explicaciones, explicaciones, explicaciones... ¿Llora usted por las explicaciones, o llora por otro ser humano? ¿Alguna vez se ha interesado por otro? Por favor, tienen que responder a estas preguntas por ustedes mismos, ¡porque se han vuelto tan mundanos, tan completamente insensibles! Y si lloraran por otro, entonces harían algo. Pero si lloran por sí mismos a causa de la autocompasión, se vuelven aun más insensibles. Aunque aparentemente lloren porque el corazón se les ha conmovido, no se ha conmovido excepto por la autocompasión. La autocompasión los torna duros, los encierra en sí mismos, los vuelve torpes, estúpidos; en eso se han convertido los seres humanos, porque han derramado lágrimas por sí mismos, por la suerte que les ha tocado, y su suerte es siempre pequeña comparada con otra cosa.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .