Os hablaba de Buda y Sus discípulos y dije que estos discípulos no podían haber

sido gente ordinaria. Eran hombres excepcionales, como corpulentos pinos de un bosque, distribuyendo verdadero amor entre quienes deseaban refugiarse en las alturas. Como quiera que entendían al insigne Maestro y respiraban el mismo aire perfumado y vivían en Su mundo, eran capaces de dar a las gentes parte de aquella eterna belleza. Esto es lo que debemos ser: Pinos en la cumbre de la montaña, no vulgares matas del llano donde las hay a millares, aunque también debemos ser matas, porque sólo podréis llegar a ser corpulentos pinos si sabéis lo que es ser modesta trepadora o hierbajo en un jardín.

Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .

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