El hombre trata de estropear el valle, pero éste ha sido preservado. Y esa mañana
las montañas se veían extraordinariamente bellas. Uno casi podía tocarlas. Contienen toda la majestad, el inmenso sentido de permanencia. Y uno penetra silenciosamente en la casa donde ha vivido por más de sesenta años, y la atmósfera, el aire es si se puede usar esa palabra- sagrado; uno lo siente, casi puede tocarlo con la mano. Como ha llovido considerablemente, porque es la estación de las lluvias, todos los cerros y los pequeños pliegues de la montaña están verdes, florecientes, plenos la tierra sonríe ante tanto deleite, con cierta callada y profunda comprensión de su propia existencia.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .