Si en el examen que haga los encuentra no sólo inestables en estas bases fundamentales,

sino incluso dispuestos a negar su existencia, y ve que no se acercan a él nada más que por el espíritu de la duda y como para apartarlo de los senderos de su fe y hacerle caer en la confusión, no responderá nada, o les dirá, como el reparador decía a los judíos que le pedían prodigios y milagros: no tendrán ninguno más que el del profeta Jonás, pues este milagro se puede ver en el alma del hombre que está aprisionado aquí abajo durante tres días elementales, por no haber querido cumplir su misión ante los antiguos ninivitas y, por consiguiente, el hombre tiene en sí mismo un milagro suficiente para que no tenga excusa su falta de fe.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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