Bodhidharma le miró a los ojos. Y no fue una mirada corriente; Bodhidharma era un

maestro muy feroz. El rey era un hombre muy valiente, había luchado y ganado muchas batallas; pero empezó a temblar cuando Bodhidharma le miró a los ojos. Y dijo: «De acuerdo, venga mañana, por la mañana temprano, a las cuatro, y tráigame su mente y yo la calmaré para siempre.» Cuando el rey estaba bajando las escaleras, Bodhidharma gritó de nuevo: «¡Escuche, no olvide traerme su mente! Venga a las cuatro y tráigame su mente. ¡Y yo la calmaré para siempre!».

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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