El desarrollo del cuerpo causal como vehículo de conciencia, sigue en tiempo oportuno el desarrollo

del cuerpo mental, y presenta al hombre un estado de conciencia aun más maravilloso; retrocede hacia el pasado sin límites, y avanza hasta penetrar las eventualidades del porvenir. Entonces el Pensador no sólo adquiere la memoria de su pasado, pudiendo rastrear el propio desarrollo a través de la larga sucesión de vidas encarnadas y desencarnadas, sino que también es capaz de recorrer su pasado en la tierra, y aprender las grandes lecciones de la experiencia del mundo, estudiando las leyes ocultas que rigen la evolución y los profundos secretos de la ida, escondidos en el seno de la Naturaleza. En este elevado vehículo de conciencia, puede acercarse a la velada Isis, levantar una punta del tupido velo y fijarse en sus ojos sin peligro de cegar ante sus miradas resplandecientes; y puede también ver en la luz que irradia, las causas del sufrimiento humano y su término, sintiendo piedad en el corazón, más ya no las torturas del dolor sin consuelo. La fuerza, la serenidad y la sabiduría descienden sobre aquellos que usan el cuerpo causal como vehículo de conciencia, y contemplan con ojos abiertos la gloria de la Buena Ley.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

Índice