Era una mañana agradable, nublada, el aire estaba ligeramente fresco y los cerros cubiertos por
las nubes permanecían silenciosos. Se sentía el perfume de los naranjos en flor, no muy intenso, pero ahí estaba. Es un aroma peculiar, penetrante, y se introducía en la habitación. Y todas las flores se aprestaban esta mañana para la salida del sol. Las nubes se alejarían pronto y después el sol brillaría en toda su intensidad.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .