Decías al pueblo escogido: «pero algún día todos los que os devoren serán devorados; todos

vuestros enemigos serán hechos prisioneros, los que os destruyen serán destruidos; abandonaré al pillaje a los que practiquen el pillaje con vosotros». Si has prometido tratar con favor a tu pueblo y su templo, que no eran a tus ojos más que un pueblo temporal y un templo figurativo; si has prometido hacer que vuelvan los cautivos que vivían en las tiendas de Jacob y tener compasión de sus casas; si has dicho: la ciudad será construida de nuevo sobre su montaña y se levantará de nuevo el templo, tal como estaba antes, ¿qué esperanza no debe tener el hombre que es tu verdadero pueblo y tu verdadero templo...? Además, esperaré sin inquietud y lleno de fe como David (Salmo 45: 4) a que Tú, que eres el todopoderoso, te ciñas la espada al muslo y te des a conocer por tu gloría y tu majestad.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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