¿Es posible disciplinarse uno mismo sin reprimirse, controlarse o escapar? La raíz etimológica de la
palabra disciplina, es “aprender”, no amoldarse o convertirse en un discípulo de alguien, ni imitar o reprimir, sino aprender. El propio acto de aprender requiere disciplina, una disciplina que no es impuesta ni se acomoda a ninguna ideología; no la inflexible austeridad del monje. No obstante, sin una profunda austeridad nuestra conducta cotidiana nos lleva únicamente al desorden. Podemos ver lo esencial que es tener completo orden en uno mismo como el orden matemático, y no el relativo o el comparativo, no el orden que emana de la influencia ambiental. El comportamiento, que es rectitud, tiene que ser establecido para que la mente esté en completo orden. Una mente torturada, frustrada, moldeada por el ambiente, que se ajusta a la moralidad social, tiene que estar confusa. Y una mente confusa no puede descubrir lo verdadero.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .