Entonces disfrutaréis de aquella absoluta paz, de la paz que infunde enorme fortaleza y poder,
porque os hallasteis a vosotros mismos, porque habéis vivido con las cosas permanentes, eternas, y dignas de posesión. Desearía poder incitaros a la acción y al modo como debéis crear, soñar, percibir y vivir. Pero vosotros mismos debéis incitaros, aplicaros el látigo; y sólo sentiréis el escozor de este látigo cuando oigáis aquella Voz. Siempre llama, siempre insiste esta Voz; y cuando más truene, mayor será la nobleza de vuestras acciones, mayor será vuestra fortaleza y más vivo vuestro deseo, más vehementes vuestros anhelos y más noble vuestra aspiración de entrar en el jardín, en el eterno Reino de la perenne Felicidad.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .