Ésa es también la diferencia que hay en las vías por las que nos llegan

los movimientos y las órdenes. Cuando recibimos de arriba órdenes o consejos, el cuaternario procede por la inteligencia, la adhesión, el celo y la obra; cuando es nuestra alma la que se mueve, procede por el afecto, la opinión, la voluntad y la expresión, porque, como estamos en las tinieblas, es imprescindible que vayamos a someter nuestros movimientos al gran juez que tiene su sede en la región superior y que debe sancionarlos; pero, mientras no hayamos puesto todo en orden en nuestro ser, es posible que se sienten intrusos en el tribunal, que sancionen, bien sea por ignorancia o por depravación, los planes más per- versos, y nos pongan, por las obras que éstos produzcan, en el caso de no poder recibir de arriba en lo sucesivo ni órdenes ni consejos, ya que, si un ciego guía a otro ciego, ¿qué puede ser de los dos? ¿No hay que temer que caigan los dos en el foso?.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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