La iluminación no puede exigirse. Hay que desaparecer completamente para que esté. La mente tiene

que cesar para que esté Dios. Llámalo Dios o iluminación..., es lo mismo. «Chiyono estudió durante años, pero no podía alcanzar la iluminación.» La iluminación no es algo que puedas encontrar buscando; llega a ti cuando todas las búsquedas resultan fútiles. Y recuerda: no estoy diciendo que no busques, porque a no ser que busques nunca llegarás a saber que la búsqueda es fútil. Y no estoy diciendo que no medites; si no meditas, nunca llegarás a comprender que hay una meditación que no se puede hacer, sino que llega a ti. Tus meditaciones simplemente te limpiarán los ojos, te harán más perceptivo. Tu corazón se volverá más alerta, consciente, amoroso, sensible. Tu ser empezará a ver cosas que no habías visto antes. Empezarás a explorar nuevos espacios dentro de tu ser. Algo nuevo sucederá cada día, cada momento. Tus meditaciones son como un baño: te darán frescor; pero ese frescor no es la iluminación. Eso solamente prepara el camino. Nunca alcanzas la iluminación. Siempre es a la inversa: la iluminación te alcanza. Prepara el camino para Dios, para que Él pueda alcanzarte. Tú no puedes encontrarle. Solo puedes esperar, con profunda confianza, para que Él pueda encontrarte. Así es como Chiyono se lo estaba perdiendo: estaba buscando, explorando; estaba demasiado involucrada en esta indagación. Pero esta indagación también alimentará tu ego: «Soy un buscador», «No soy una persona corriente», «Soy espiritual», «Soy religioso», «Soy santo». Y si surge en ti esa actitud de ser más santo que los demás, estás perdido para siempre. Ése es el mayor pecado que puedes cometer en tu vida, la mayor caída. Si surge en ti la idea de que «Soy más santo que los demás», que «Yo soy un santo y los demás son pecadores», que «Mira que vida más virtuosa es la mía»; si te vuelves un santurrón, estás perdido, porque este ego santurrón será el ego más sutil y te resultará muy difícil quitártelo de encima. Es más fácil quitarse unas cadenas de hierro. Pero si tienes cadenas doradas engarzadas con diamantes, te resultará cada vez más difícil quitártelas, porque no parecerán cadenas, parecerán adornos valiosos. Es fácil salirse de una sucia celda de una prisión, pero si es un palacio, ¿quién quiere salirse de él? Lo que uno quiere es entrar en él, no salir de él. El pecador está más cerca de Dios que el santo, porque el pecador quiere salirse de su atadura y el santo está disfrutando la expansión de su ego. Chiyono era una monja. Debe de haber estado disfrutando ciertas actitudes sutiles de santurronería: de erudición, de virtud; su renuncia era grande. Se dice que era una de las mujeres más hermosas, tan hermosa que cuando fue a un monasterio no la dejaron entrar, porque tener a una mujer tan bella en el monasterio crearía problemas para los monjes. Entonces tuvo que desfigurarse la cara para entrar en otro monasterio. Debió de haber sido una mujer muy hermosa, pero imagínatelo... se desfiguró la cara, logro ser fea, pero en el fondo debió de haber estado pensando: «Mira mi renuncia. Era una de las mujeres más hermosas y me he desfigurado la cara... Nadie ha hecho esto antes, o después. Mira mi renuncia, mira mi desapego del cuerpo: me importa un bledo la belleza; estoy decidida a encontrar la iluminación, cueste lo que cueste.» Y siguió perdiéndosela. Pero una noche de luna llena sucedió. Sucedió inesperadamente, de repente. Siempre sucede inesperadamente, siempre sucede de repente. Pero no estoy diciendo que le podría haber sucedido a cualquier otro; le sucedió a Chiyono. Todo lo que había hecho no la había causado, pero todo lo que había hecho había causado una cosa en ella: el entendimiento de que todo lo que haces fracasa, de que el hombre no puede triunfar. Debió haber llegado a un estado de absoluta desesperanza. Esa desesperanza solo se puede sentir cuando has hecho todo lo que podías hacer. Y cuando llega esa desesperanza, ha llegado la esperanza, porque en esa desesperanza el ego se viene abajo. Ya no exiges.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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