Le preguntarán si les está permitido pagar el tributo al César o no; pero el

hombre nuevo, viendo su malicia, les dirá ¿por qué me tentáis? Enseñadme un denario. ¿De quién es la imagen y la inscripción que lleva? ¿Del César? Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, respuesta que los dejará mudos y avergonzados, sin que puedan captar toda la profundidad que encierra, pues, lo mismo que ellos no han podido decir si el bautismo de Juan era de los hombres o era del cielo, ya que no conocían la relación que hay entre el alma humana y Dios, tampoco comprenderán por qué tienen que pagar a Dios el tributo que corresponde a Dios, porque no saben que el tributo se le debe a Dios por el mero hecho de que el alma humana lleva la imagen de este soberano supremo, del mismo modo que el denario llevaba la imagen y la inscripción del César.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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