Estudiando los ritmos lunares, tenemos que vérnosla con condiciones etéricas y no físicas. El magnetismo

de los seres vivientes obedece a leyes definidas; esta es una observación que se puede hacer fácilmente cuando uno conoce la meta perseguida. Aparece con mayor claridad en la relación de personas cuyos magnetismos diferentes están en mutuo equilibrio. Tan pronto es uno como otro el que trae ese magnetismo en equilibrio. Ahora uno podría preguntarse si la Esfera de Yesod es etérica, por que le son asignados precisamente los órganos generadores, pues seguramente su función, si la hubiera, es física. La respuesta a esta pregunta se halla en el conocimiento de los aspectos más sutiles del sexo los cuales parecen por completo olvidados por el mundo occidental. No podemos entrar en detalle, pero bastará indicar que los aspectos del sexo más importantes son etéricos y magnéticos. Podríamos comparar el sexo a un iceberg, cuyos cinco sextos están por debajo de la superficie del agua. Las relaciones físicas del sexo, las solas que actualmente se conocen, no son más que una pequeña parte, y de ninguna manera la más importante. A causa de nuestra ignorancia al respecto, son debidos tantos matrimonios modernos que faltan a su misión esencial: unir dos partes en un conjunto perfecto. Casi no damos importancia al lado mágico del matrimonio, que, sin embargo, la iglesia clasifica como un sacramento. Ahora bien: un sacramento se define como el signo exterior y visible de una gracia espiritual interior, y es esta gracia interior e invisible que tan raramente se encuentra en los matrimonios entre las razas anglosajonas, de temperamento relativamente frío, que desprecian el cuerpo. Esta gracia interior y espiritual que convierte en un verdadero sacramento el matrimonio, en su género no es una gracia de sublimación, una gracia de renunciamento, ni tampoco una pureza negativa de abstinencia y restricción; es la gracia de la bendición que Pan acuerda a la dicha de los objetos naturales, aquella que Walt Whitman, por ejemplo, expresa tan magníficamente en sus poemas Los Hijos de Adán.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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