Efectivamente, así es como se dan a conocer las recompensas prometidas al hombre de deseo,
que se ha consumido en la vigilancia y en el celo por guardar la ciudadela que se le ha confiado, a este hombre de deseo, que se ha prometido no dedicarse jamás a una especulación del espíritu y de la inteligen- cia sin haber consagrado de antemano unos esfuerzos y un tiempo a cualquier obra activa del espíritu. Hasta ese punto está persuadido de que el hombre debe temer siempre no hacer lo suficiente, pero no debe tener ningún temor a no saber lo suficiente, y este prudente temor de no hacer lo suficiente establece en él una virtud también muy beneficiosa: la de estar siempre dispuesto a seguir las órdenes de su maestro, siempre lleno de resignación con todos los acontecimientos a los que puedan conducirlo sus servicios, siempre felices, desde el momento en que pueda darse interiormente el testimonio consolador de que ha sido celoso con la gloria de su maestro y no ha caído en falta ni en retraso en su servicio.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .