Estos y muchos otros ejemplos desagradables de la sicología sexual están mezclados con la verdadera

y pronunciada aspiración y ansiedad mística y el genuino anhelo de unirse a lo divino. La causa de todo reside en la etapa de transferencia. Las energías inferiores están sujetas, como podrá verse, a dos etapas de transferencias: Primero, al plexo solar y de allí al centro laríngeo, centro que durante este período no está suficientemente activo ni despierto para absorber y utilizar las energías del sacro, que en algunos casos son detenidas durante la ascensión y retenidas momentáneamente en el centro cardíaco, produciendo el fenómeno del impulso sexual (acompañado a veces por una definida reacción sexual física), del erotismo religioso y, generalmente, de una actitud malsana que abarca desde la verdadera sexualidad hasta el celibato fanático. Este último es un extremo tan indeseable como el otro, y ambos producen resultados muy reprobables. Con frecuencia, cuando se trata de un místico masculino, habrá una expresión sexual super desarrollada en el plano físico, perversiones de distintos tipos o una pronunciada homosexualidad. En los casos femeninos puede haber muchas perturbaciones en el plexo solar (en lugar de perturbaciones en el sacro) y la consiguiente afección gástrica, una vida imaginativa malsana, que abarca desde el endeble prurito hasta formas definidas de enajenación sexual, acompañadas frecuentemente por una poderosa inclinación religiosa. Quisiera recordarles que estamos tratando las anormalidades y en consecuencia debo referirme a cosas desagradables. Si en las etapas primitivas del desarrollo místico existiera una correcta orientación de la vida mental y de los pensamientos, además de una valiente explicación del proceso, se evitarían grandes dificultades. Estas primitivas etapas se asemejan mucho al interés demostrado por el adolescente hacia el sexo y la religión. Ambos están íntimamente aliados durante este período particular de desarrollo. Si los educadores, progenitores y los que están vinculados al entrenamiento de la juventud, pudieran prestarles una ayuda correcta, ciertas tendencias indeseables (tan prevalecientes ahora) no se convertirían en hábitos y estados mentales como ocurre hoy.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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