Por cierto, no es eso lo que he expresado. Para vivir con algo, ya sea

la fealdad o la belleza, tiene uno que ser muy intenso. Vivir con estas montañas día tras día, si no sois sensibles a ellas, si no las amáis, si no veis sin cesar su belleza, sus cambiantes colores y sombras, sería llegar a ser como los campesinos que se han vuelto indiferentes para todo ello. La belleza corrompe lo mismo que la fealdad, si no sois sensibles para ella. Vivir con el dolor es como vivir con las montañas, porque el dolor embota la mente, la atonta. Vivir con el dolor implica vigilar sin cesar, y eso no prolonga el dolor. En el momento en que lo veis por completo, ya ha desaparecido. Cuando se ve algo totalmente, ha terminado. Cuando vemos toda la construcción del dolor, su anatomía, su intimidad, no teorizando sobre él, sino viendo efectivamente el hecho, su totalidad, entonces él se desprende. La rapidez, la celeridad de la percepción, depende de la mente. Pero si ésta no es sencilla, directa, si está atiborrada de creencias, esperanzas, temores, desesperaciones, queriendo cambiar el hecho, ‘lo que es’, entonces estáis prolongando el dolor.

Jiddu Krishnamurti . El Estado Creativo de la Mente .

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