El hombre nuevo ha recibido además en el desierto el conocimiento del nombre de quien

lo protege y lo acompaña en su carrera de pruebas y comba- tes. Ha conocido no sólo el nombre de quien lo protege, sino la categoría que ocupa en la jerarquía celeste, sus relaciones, sus correspondencias, los vastos designios que le ha confiado la sabiduría para dirigir a su alumno y los moti- vos sagrados por los que esta sabiduría lo ha enviado junto a él. El beneficio que ha sacado el hombre nuevo de todos estos descubrimientos es haber dejado que entre en él una especie de ímpetu espiritual que se ha apoderado de su coraje, de su amor, de su palabra, de su pensamiento y que no es más que la correspondencia de este ímpetu divino con que la acción superior trata de precipitarse en nosotros para ocupar allí el lugar de las tinieblas y de la muerte.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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