Lejos de nosotros el intento, no ya de blasfemia, sino ni siquiera de irreverencia contra

el divino Poder, por el que existen todas las cosas visibles e invisibles y ante cuya majestad y perfección absoluta se abisma la mente. Nos basta el convencimiento de que Él existe y que Él es la sabiduría infinita. Nos basta tener como las demás criaturas una centella de su esencia. Reverenciamos al supremo infinito e ilimitado poder, al céntrico SOL ESPIRITUAL, cuya luz nos ilumina y cuya voluntad nos circunda. Es el Dios de los profetas antiguos y de los profetas modernos; el Dios cuya naturaleza sólo cabe vislumbrar en los mundos evocados a la existencia por su potente FIAT; el Dios cuya revelación está cifrada por su propia mano en los imperecederos símbolos de la armonía universal del Cosmos. Él es el único evangelio infalible.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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