No tiene por qué ser un gran poder. Basta con vender billetes de tren en

una estación; también eso otorga cierto poder. Estás ante la ventanilla, y el hombre detrás de ella ni siquiera te mira. Mira sus papeles y te das cuenta que no le interesas lo más mínimo, que solo quiere ponerte en tu sitio. Incluso el cobrador actúa como si fuera el presidente del país, de modo que no se trata de la posición. Ocupes la posición que ocupes, siempre tendrás cierta clase de poder.

Osho . El libro del ego .

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