Durante la vida, el emplazamiento de deseos y pasiones está, al igual que en el
caso del cuerpo astral, por todo el sitema del hombre inferior; y tanto como esa contraparte etérea de nuestra persona física, el mismo puede ser acrecentado o disminuído, debilitado o fortificado, envilecido o purificado. En la muerte, ese principio anima al cuerpo astral, el cual se convierte en un mero cascarón o envoltura, pues cuando un hombre muere, su cuerpo astral y su principio de pasiones y deseos abandonan juntos el cuerpo físico y se unifican. Es este el momento en que el término Kamarupa puede aplicarse, en razón de que Kamarupa realmente se compone del cuerpo astral y de Kama, en conjunción, y esta unión de los dos produce una figura o forma que aún cuando ordinariamente es invisible, es material y puede hacerse visible. Aunque carece de mente y de conciencia, Kamarupa posee poderes propios que pueden ser ejercidos siempre que las condiciones lo permitan. Estas condiciones son proporcionadas por el médium espiritista, y en todas las salas de sesiones los cascarones astrales de las personas fallecidas están siempre presentes, para alucinar a los participantes cuyas facultades de descriminación han sido embotadas por el secreto temor y asombro. Kamarupa es el "diablo" de los hindúes, y el infeliz médium jamás podría tener peor enemigo. Porque este espectro astral - o Kamarupa - es el conjunto de los deseos y pasiones abandonado por la persona real, o Ego, en su viaje hacia el "cielo" y que no tiene ya nada que ver con la gente que queda atrás, mucho menos con sesiones y médiums. Por lo tanto, estando desprovistos de alma más noble, estos deseos y pasiones afectan únicamente la parte más baja de la naturaleza del médium, y no despiertan ningún elemento benéfico sino las tendencias más viles del ser. Por esta razón, aún los mismos espiritistas confiesan que dentro de la esfera de los médiums hay mucho fraude, y los mismos médiums han confesado a menudo cosas como que: "los espíritus me tentaron, y cometí fraude de acuerdo con sus deseos".
William Judge . El Oceano de la Teosofia .